Hola, soy Fernando, y tengo una pescadería en Galapagar, un pueblo con más de 30.000 habitantes, tradición y vecinos que valoran el producto fresco de calidad. Llevo años levantándome muy temprano para ofrecer el mejor pescado y marisco, directo del puerto a la mesa de mis clientes. Pero hubo una etapa en la que sentí que mi negocio empezaba a perder fuerza. Las ventas bajaban, los clientes de toda la vida venían menos, y lo más preocupante, muchos vecinos nuevos ni siquiera sabían que mi pescadería existía.

El mareo del marketing digital
Como muchos, pensé que lo digital era la solución. Abrí perfiles en redes sociales, subí fotos del género, hice vídeos del mercado, incluso pagué anuncios en Google y contraté a alguien para que me ayudara con todo eso.
¿El problema? Mis publicaciones llegaban a personas de otros lugares, incluso de otras comunidades. Comentarios desde Sevilla, Zaragoza, hasta Colombia… Pero lo que yo necesitaba era mucho más sencillo: que la gente de Galapagar viniera a mi pescadería.
Volver a estar presente en mi comunidad
Un día, una clienta de toda la vida pasó por delante, me saludó y me soltó:
“¡Ay, Fernando! Pensé que habías cerrado.”
Esa frase me tocó. Me di cuenta de que estaba descuidando a los de siempre, por intentar captar a quien ni siquiera podía venir. Fue entonces, que después de buscar tanto en la web y de valorar opciones, conocí a Publiazafatas, que es una agencia especializada en marketing offline, y lo que más me gustó fue que no me ofrecieron fórmulas genéricas, sino campañas hechas a mi medida, pensadas para quienes realmente pueden venir, comprar y recomendarme.
- Folletos: Creamos folletos atractivos con imágenes reales de nuestros productos frescos del día, recetas sencillas para preparar en casa, y un gancho irresistible, con una oferta exclusiva en pescado del día. Repartimos estos materiales después de cada compra al cliente o los poníamos en sus empaques
- Cupones en parabrisas de coches estacionados: Otra acción que funcionó de maravilla fue dejar cupones descuento en los parabrisas de los coches aparcados cerca de la pescadería: en plazas, calles con mucho paso, cerca de colegios y tiendas.
- Promotoras: Durante varios fines de semana, colaboramos con promotoras que entregaban nuestros folletos directamente en zonas muy transitadas, cerca del mercado, en la plaza, junto a la estación o al lado de zonas de paseo.
- Alianzas con otros negocios del barrio: Nos unimos con comercios vecinos (cafeterías, fruterías, carnicerías, panaderías, peluquerías) para repartir nuestros folletos junto con sus productos o bolsas. A cambio, en la pescadería también entregábamos su publicidad a nuestros clientes.
- Reparto de folletos en buzones: Una de las acciones que mejor resultado nos dio fue dejar folletos impresos en los buzones de las viviendas cercanas. Preparamos un folleto bonito, con fotos del mejor pescado del día, ofertas especiales para la semana y hasta ideas de recetas rápidas con pescado.
El poder de los folletos impresos
Un estudio de Oppizi revela que casi la mitad de las personas —el 45%— guarda los folletos para consultarlos más adelante. Esto demuestra que este tipo de material tiene un efecto duradero y mantiene presente al negocio en la mente del cliente. En el caso de una pescadería, donde muchos vecinos repiten compra cada semana, esta permanencia es muy valiosa para generar fidelidad.
Además, imprimir folletos, sobre todo en formato díptico, es una de las formas más económicas de hacer publicidad local. Según Clickprinting, al producirlos en grandes cantidades, el coste por unidad baja considerablemente, lo que hace que esta estrategia sea muy accesible incluso para pequeños comercios de barrio.
Cómo sigo presente en la vida de mis clientes
Además de las acciones más visibles, desde Publiazafatas me recomendaron varias formas sencillas para seguir en contacto con mis clientes, incluso cuando no están en la tienda.
1. Encuestas con código QR: Empecé a colocar pequeños carteles en la pescadería con un código QR que lleva a encuestas rápidas. Les pido a los clientes que me den su opinión o me sugieran mejoras.
2. Tarjetas sorpresa: A veces, sin previo aviso, entrego un vale de descuento o un detalle especial a los clientes más fieles. Es una forma de agradecerles su confianza y hacerles saber que los valoro de verdad.
Hoy no solo vendo pescado fresco… también he logrado que mi pescadería sea un sitio donde la gente se siente bien recibida, escuchada y con ganas de volver.