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La importancia de la vestimenta de las azafatas y promotoras

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El uniforme laboral es una manera más de hacer branding por parte de una empresa. La ropa que exhiben los trabajadores encargados de realizar sus labores cara al público no solo ayuda a identificar su labor distinguiéndose del resto, sino también contribuye como esa carta de presentación para todos aquellos que desconocen una firma, negocio u organización que hace servir determinados atuendos.

Es por eso que la fase de selección de la vestimenta que van a lucir las azafatas, las promotoras o sus equivalentes masculinos cobra tanta importancia. Y es que escoger las prendas, los cortes, el lugar y el tamaño del logotipo o emblema y del resto de identificativos pueden marcar la diferencia entre mostrarnos de una manera o de otra.

De la misma manera, el uso del uniforme laboral está demostrado que puede llegar a favorecer el sentimiento de pertenencia a un grupo, lo que también se antoja de lo más interesante para cualquier organización ya que esta identificación a un proyecto favorece las sinergias y el sentimiento de estar embarcado en un proyecto común con todos los iguales.

Ya centrándonos en el aspecto más evidente de los uniformes como son las distintas opciones que existen de estos para cada caso y situación cabe recordar que los hay tanto para eventos durante el día como para eventos nocturnos, así como para las distintas exigencias protocolarias. Cómo no, también existen las propuestas diseñadas por eventos especiales con las que distinguirse.

Una decisión que está en manos de la empresa, como también lo está la aprobación o desaprobación de las modificaciones de estos que, en muchos casos, realizan los empleados de determinadas firmas para adaptarlos más a su personalidad y sus gustos estéticos. Algo que siempre debe contar con el respaldo de la empresa y que, en el caso de aceptarse, nunca debe ir acompañado de complementos llamativos que dañen la imagen corporativa.

Y es que, en este campo, como en tantos otros, menos es más. Ya que si hablamos de que cada uniforme laboral está pensado y repensado al detalle, todo aquello que lo pueda desvirtuar o descontextualizar debe ser evitado a toca costa.

Sea cual sea el diseño final escogido por una empresa para vestir a sus azafatas y promotoras lo imprescindible siempre es contar con vestimentas prácticas y cómodas sin descuidar la elegancia. De ahí que los uniformes habituales, en el caso de las féminas, se compongan de falda por debajo de la rodilla o pantalón de pinza, blusa, blazer y zapatos de tacón medio.

No obstante, también los hay formados por trajes con chaqueta, vestidos, faldas-pantalón, camisas, camisetas, polos, chalecos, abrigos y chaquetones, prendas de punto, pañuelos y fulares, corbatas y otros complementos.

Si hablamos de los uniformes más habituales para ellos estos suelen estar compuestos por trajes de camisa, chaqueta, pantalón de pinza y corbata, aunque también hay multitud de opciones que pasan por vestir suéters, polos, abrigos y chaquetones y todo tipo de cortes de trajes, zapatos y complementos como corbatas o parajitas.

Según aseguran los expertos todo uniforme que se precie debe ser aliñado con una serie de complementos como los pañuelos de seda, los cinturones de colores o los abalorios.

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