España está a la cabeza de los países del mundo donde se celebran más eventos y congresos anualmente. Algo en lo que tiene gran culpa la experiencia en este tipo de meetings ciudades como Madrid o Barcelona, punteras en el hosting de este tipo de eventos gracias a unas estructuras ideales para congregar a decenas de miles de personas de todo tipo y condición durante unos días ofreciéndoles lo mejor de sí mismas.
Todo esto ha provocado que en los últimos años no hayan dejado de instalarse macroeventos internacionales de todos los sectores que se suman a los muchísimos eventos de carácter nacional, regional y local que venían consagrándose a lo largo y ancho de nuestra geografía.
Si tenemos en cuenta que, además, de un tiempo a esta parte, y como consecuencia del cambio de paradigma que ha supuesto para todas las empresas la llegada de una nueva era de la información y la comunicación que ha supuesto que los competidores ya no solo son tus rivales de siempre sino de cualquier parte del mundo, vemos cómo la necesidad de estar presente en todo tipo de congresos y eventos es ya parte del día a día de las obligaciones de cada vez más empresas.
Una de las consecuencias de esto es el aumento exponencial en el número de todo tipo de empresas, de todos los tamaños y de todos los sectores, que requieren de la presencia de azafatas y promotoras para preparar y afrontar con éxito sus presencias en los cada vez más congresos y eventos que tienen lugar dentro y fuera de las fronteras y los ámbitos de actuación de las mismas.
Así pues, por un lado encontramos el trabajo de las promotoras quienes se dedican, como dice su nombre, a promocionar un producto o servicio y, en último término, vender el mismo. Además de esto actúan como nexo entre las marcas y sus clientes tratando de convencer al target de que aquello que tienen entre manos es capaz de satisfacer las necesidades de su público objetivo.
Acción que en un evento o congreso se antoja capital, ya que las acciones de networking se mezclan con aquellas vinculadas a los comerciales y visitantes que se acercan a un stand a conocer más de cerca qué es lo que hace una determinada firma con la más que posible intención de adquirirlo.
Por otro encontramos las azafatas, quienes también tienen como objetivo final vender un producto o servicio, pero a través de muy distintas formas. Ellas son la imagen de una marca, lo primero que ven y conocen de ella, su carta de presentación y por lo tanto en muchos casos el gancho para acercar algo a un posible cliente. De ahí que sus dotes sociales y de persuasión sean imprescindibles.
Ambas, no obstante, son imprescindible cuando se trata de preparar el camino al éxito en una convención, evento o congreso. Sin ellas, y más allá de lo bueno que sea el producto, salvo que se venda por sí solo, será imposible alcanzarlo.
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