Aunque para muchos resulte complicado de entender, el buzoneo o reparto de material publicitario impreso en los buzones de los posibles usuarios de un producto o servicio sigue siendo una de las técnicas que se revela más eficaz dentro de las que componen el marketing directo.
Muchos de los empresarios que nunca han apostado por esta técnica o no la conocen en profundidad se suelen preguntar cuando escuchan afirmaciones como las realizadas anteriormente o consultan informes al respecto, cómo es esto posible. La respuesta debería ser: Por muchas razones.
Por qué cada vez funciona mejor el buzoneo
La primera de ellas, tal y como hemos podido ver en los principales estudios sobre la efectividad del buzoneo en lo que llevamos de año, tiene que ver con el interés que sigue generando -cuando no aumentando- el material impreso por parte de aquellos que reciben promociones, ofertas o comunicaciones publicitarias a través de su buzón.
Además de obligar a echar un vistazo aunque sea de décimas de segundo a un folleto al abrir su buzón, con las posibilidades que esto ofrece y que ningún protector de spam puede evitar, el hecho de que este permita comunicar brevemente una acción publicitaria trabajada concienzudamente para provocar el interés de un determinado target se traduce en una tasa de conversión que pocas estrategias logran.
A menudo, según se ha podido saber, estos vistazos en ascensores o subiendo las escaleras, están detrás de futuras búsquedas en internet para profundizar en la información vertida en la cuartilla o folleto entregada en el buzón postal de ese posible futuro cliente.
Todo esto ha llevado al buzoneo a ser considerado según las últimas encuestas al respecto como uno de los medios que menos rechazo genera entre los consumidores. Un dato nada baladí que debe ser tenido muy en cuenta por todos aquellos empresarios -independientemente del sector y el tamaño de su proyecto- si se quieren mejorar las ventas.
De hecho es al contrario. Al parecer, la cercanía que exhala esta técnica de marketing directo, aliñada con la posibilidad de personalización de las distintas informaciones por localización, edad o profesión están detrás de los datos de ROI que tiene fascinados a los defensores a ultranza del buzoneo.
Y es que las nuevas tecnologías, lejos de ensombrecer esta técnica, están sabiendo darle el impulso definitivo. Un buen ejemplo de ello es el big data que permite filtrar el interés de todos y cada uno de los habitantes de una zona determinada reduciendo de antemano la tasa de rechazo de cada envío de publicidad postal.
Lo mismo sucede con los sistemas de geolocalización durante el proceso de reparto de los folletos que permite saber en todo momento qué zonas están cubiertas con qué informaciones y cómo están funcionando al segundo.
Por todo ello parece que al buzoneo le queda una larga vida por delante. Los datos, que nunca mienten, así lo vienen confirmando estudio tras estudio. Finalmente ni “el vídeo mató a la estrella de la radio”, ni el marketing digital a la mercadotecnia directa.
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